Con el paso del tiempo, la escuela se convirtió en un segundo hogar. Sus compañeros pasaron de ser conocidos a convertirse en verdaderos amigos y confidentes. Como madre, también tuve la oportunidad de convivir con las familias, fortaleciendo lazos y amistades.

Durante estos tres ciclos escolares, mi hijo ha crecido, se ha vuelto más seguro, sociable y feliz. Yo, por mi parte, he encontrado en esta comunidad educativa a personas con una calidad humana admirable: atentos, respetuosos y siempre dispuestos a apoyar. Agradezco especialmente a la doctora y a Fernanda por su compromiso con la mejora constante de las instalaciones y la implementación de ideas innovadoras.

Por todo esto, no es una despedida, sino la certeza de que tomamos la mejor decisión. Estoy convencida de que este es el lugar donde mi hijo debe continuar su camino, ahora en el nivel de preparatoria.